Bruno, 9 años, se va a
vivir a Auschwitz ,durante la II Guerra Mundial,con su familia porque
su padre tiene un trabajo muy importante que hacer. Está solo y no
tiene con quién jugar. Un día llega hasta un sitio que ve desde su
ventana donde conoce a un niño, Shmuel, que siempre va de pijama de
rayas y está muy sucio y tiene hambre. Se hacen amigos. A escondidas
le lleva comida.
Sus padres deciden que
debe volver a Berlín y Bruno va a avisar a Shmuel. Shmuel está muy
triste porque su padre ha desaparecido. Bruno decide ayudarle, se
pone él también un pijama de rayas y entra en el mundo de Shmuel
para ir a buscar al padre y que su amigo sea más feliz. Los detienen
unos hombres y los meten en una habitación donde hace calor. Era una
cámara de gas. No volvieron a aparecer más.
MI IMPRESIÓN PERSONAL:
Me ha gustado mucho leer
este libro porque no sabía nada de lo que habían hecho los alemanes
en esa época. Es fácil de leer y mantiene tu atención porque te
dan ganas todo el tiempo de explicarle a los niños lo que está
pasando y los peligros que corren. La historia es muy original.
Recomiendo leerlo, aunque es muy triste. La amistad de los dos niños
contrasta con la crueldad de los soldados alemanes. El final es
sorprendente y nos hace reflexionar sobre los peligros de jugar a ser
Dios.
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